Me pierdo en la vanidad egoísta de este verso,
verso traído, crudo, mal hecho
que me extiende la agonía del momento,
tensa mi dolor hasta las lágrimas
y mi dicha hasta la oscuridad de la duda.
Al escribir me desgarro la piel
me obligo a confesarle mis secretos al papel,
testigo impávido de mi vida en su palidez
a falta de unos oídos sabios
y de una boca atenta, pronta al beso.
Enero, 2010
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