Atrapas con sólo verte,
¡qué boca!
seguro de ella brotan las mentiras más dulces,
el beso-si no el verso-perfecto.
Tal vez lo sepas, tengas tal dicha,
confiado vayas hasta el fin del mundo.
¡Qué ojos, qué rostro!
me haces delirar cuando sonríes.
Sin embargo,
¡qué dura pena, qué dolor!
que no me mires
ni que a ti puedas mirar siquiera,
pues, como la más vulgar de las estatuas,
eres hermoso pero ciego.
01-09-2006
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